Trabajo. Carl Honoré

Dejar que el trabajo ocupe la mayor parte de nuestras vidas es una locura. Hay demasiadas cosas importantes que requieren tiempo, como los amigos, la familia, las aficiones y el descanso. … Cuando el trabajo engulle tantas horas, el tiempo que queda para todo lo demás es mínimo. Incluso las cosas sencillas –llevar los niños a la escuela, cenar, charlar con los amigos- se convierten en una carrera contra reloj. Una manera infalible de lograr ir más despacio es trabajar menos. (Carl Honoré; Elogio de la lentitud, RBA, pag.  159)

Pasear. Carl Honoré en Elogio de la lentitud

  • Callaghan también ha comprobado que las mejores ideas se le ocurren mientras pasea por el barrio….Cuando voy por ahí me pongo a pensar. Si tengo algún problema en el trabajo, a menudo observo que lo resuelvo sin que ni siquiera me haya dado cuenta de que estaba pensando en ello. (Carl Honoré; Elogio de la lentitud, RBA, pag. 101)

 

  • Desplazarse a pie también puede ser una experiencia meditativa, que fomenta un estado de ánimo caracterizado por la lentitud. Cuando caminamos, somos conscientes de los detalles a nuestro alrededor: los pájaros, los árboles, el cielo, las tiendas, las viviendas, el prójimo…Establecemos relaciones. (Carl Honoré; Elogio de la lentitud, RBA, pag. 118)

Lectura y velocidad… Carl Honoré

El acto de tomar asiento y enfrascarte en la lectura de un texto es algo que planta cara al culto de la velocidad. Como ha dicho el filósofo francés Paul Virilio, “la lectura implica tiempo para la reflexión, una reducción del ritmo que destruye la eficiencia dinámica de la masa”. Incluso en una época en que las ventas de libros, en general, se encuentran estancadas o descieden, mucha gente, en particular ciudadanos cultivados, están enviando al infierno a la eficiencia dinámica y se acomodan en su asiento con un buen libro entre las manos. Incluso es posible hablar de un renacimiento de la lectura. (Carl Honoré; Elogio de la lentitud, RBA, pag. 187)