Al cabo de unos minutos entra una mujer a traerle la merienda. Un zumito de manzana con una pajita y un pastelito envuelto en un plastiquito. Igual que en el centro de mayores.
Eso es lo que te espera, Michk: pasos cortos, cantidades pequeñas, meriendas frugales, salidas breves, visitas rápidas. Una vida reducida, menguada, pero perfectamente ordenada. (Delphine de Vigan; Las gratitudes; Anagrama, pag. 31-32)