Cocina y poesía. May Sarton

Quiero anotar aquí algo que dijo Charlotte Zolotov en una carta el otro día. Cuando nos vimos en Nueva York, le conté que algún día pensaba escribir un libro de cocina para personas que viven solas, y me dijo: «En la cocina, sobre todo en soledad, surge mucha poesía de la vida». Pensé en ello ayer, cuando estaba cortando los tomates cherry verdes para hacer un segundo intento de mermelada −el primero quedó demasiado líquido porque iba con prisas−. Bajé la vista hacia la ventana para localizar a Raymond, que estaba un poco apartado podando los arbustos alrededor del cerezo que acabamos de plantar −¡qué hermosos son, con esas hojas rojas que atrapan la luz del atardecer!−, y me sentí muy arropada por la intimidad hogareña mientras cortaba los tomates, buscaba la canela y el jengibre, disfrutaba de los aromas de la cocina y contemplaba el bosque otoñal. Fue, como decía Charlotte, un momento lleno de poesía. La poesía, quizá, consiste en hacer algo tranquilamente, sin la angustia y la tensión de la verdadera creación. Muchas veces me siento exhausta a la hora de preparar la cena, sobre todo estos días en que trabajo tanto en el jardín. Pero una vez me pongo, en seguida me invade una sensación de paz y soy feliz. (May Sarton; La casa junto al mar; Gallo Nero, pag. 158)

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.