Miradas de Bilbo-Bilbao y sus alrededores. Enero 2022

No es más quien más alto llega, sino aquel que, influenciado por la belleza que le envuelve, más intensamente siente. (Maurice Herzog en Al Alvarez; Alimentar a la bestia; Libros del asteroide, pag. 157)

Trayecto y confianza. Al Alvarez

Bueno, yo no creo que llegar a la cima sea tan importante. Siempre se puede volver. Lo que uno recuerda después de un viaje así no es el momento en que pisó la cumbre, sino lo que sucedió en el trayecto hasta allí. No hay sentimiento más hermoso que confiar plenamente en otra persona y saber que esa persona confía plenamente en ti. (Al Alvarez; Alimentar a la bestia; Libros del Asteroide, pag. 80)

Compromiso. Al Alvarez

Si salgo con un muy buen amigo y escalo una vía que resulta un verdadero desafío, cuando regreso lo paladeo intensamente. Y durante años recuerdo cada movimiento, todo lo que ha dicho el otro, hasta los detalles más mínimos. Es el grado de compromiso que pones junto con tu compañero lo que determina la recompensa que obtendrás luego. Creo que de eso trata la escalada. (Al Alvarez; Alimentar a la bestia; Libros del Asteoride, pag. 37)

Alimentar a la bestia. Al Alvarez

Uno tiene determinada idea sobre sí mismo, y cuando descubre que no estaba a la altura de esas expectativas la conmoción puede ser muy grande. Si uno escoge dar un simple paseíto puede llegar a convencerse de que es un tipo habilísimo, hasta que algo sale mal y comprende que la imagen que tenía de sí mismo no coincide con la realidad. Pero si uno se pone deliberadamente en situaciones difíciles logra hacerse una idea bastante más acertada. Por eso me gusta alimentar a la bestia. Es una especie de chequeo anual. La bestia, en realidad, somos nosotros mismos. Nuestro otro yo. Y quien la nutre es ese yo que creemos ser. Por lo general se trata de dos personas muy diferentes. Pero cuando se acercan es magnífico. En esas ocasiones la bestia come muy bien y uno se siente estupendamente. Es algo que sucede muy raras veces, pero hay que seguir alimentando a la criatura, al menos para lograr cierta paz mental. E incluso si metes la pata al menos no existirá esa gran incertidumbre. Porque no concibo nada más triste que morirse sin saber quién eres o sin saber de lo que eres capaz. (Al Alvarez; Alimentar a la bestia; Libros del Asteroide, pag. 146-147)