La historia de los senderos es nuestra historia. Torbjørn Ekelund

El sendero y el paisaje están unidos de manera irrevocable. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Nos comprendemos a nosotros mismos en la relación que guardamos con el paisaje en el que nacemos. Más que cualquier otra cosa, este constituye el marco de nuestra existencia. Cuando caminamos por un paisaje, hacemos algo que percibimos como profundamente significativo. Nos desplazamos como se supone que debemos hacerlo. El ritmo nos permite mirar a nuestro alrededor, absorber el mundo, contemplar cómo se transforma lentamente, escuchar sonidos, percibir olores, sentir el viento, el sol y la lluvia en el rostro y el suelo bajo nuestros pies, que se transforma a medida que caminamos.

Los caminos son los relatos de los caminantes. Tienen un principio, una mitad y un final. Apuntan hacia delante, hacia la meta del trayecto, pero también señalan hacia atrás, a todos los que los han recorrido antes que nosotros y a los que imprimieron sus primeras huellas. La historia de los senderos es nuestra historia. (Torbjørn Ekelund; Senderos. El deseo de viajar a pie; Volcano, pag. 21)