Paseantes de los martes. Arroletza – Tellitu – Sasiburu

Una caminata no vale para otra cosa que para hacer maravillosas las horas. No aporta nada en términos económicos o a nivel profesional, pero es pródiga en lo relativo al descubrimiento de uno mismo y en intensidad de momentos vividos. Nos remite a la pura generosidad de la vida sin más justificaciones. Frecuentemente nuestros actos cotidianos están desprovistos de todo valor aparte de su estricta utilidad. No tienen un más allá que los lleve a ser considerados bajo otra mirada. La contemplación de un amanecer o una puesta de sol, el descubrimiento de ciertos paisajes, la vista de un acantilado, de un peñasco, de un lago cuyo reflejo se aproxima poco a poco, o incluso ese sentimiento de libertad que guía su avance en el camino, le dan al caminante la sensación de un reencuentro con el cosmos, de una inmersión en un mundo abierto de nuevo. Del mismo modo que el espacio se carga de una sacralidad difusa, el tiempo de la caminata es un tiempo aparte, aislado de las obligaciones, un momento de excepción vivido con intensidad y posiblemente grabado a fuego en la memoria, en el cual se puede experimentar un conocimiento del mundo alrededor, que se va desvelando a medida que avanza. (David Le Breton; Caminar la vida. La interminable geografía del caminante; Siruela, pag. 19-20)

Con nuestro paseo-caminata de hoy por Arroletza, Tellitu y Sasiburu, los paseantes de los martes cerramos nuestro quinto ciclo. Más de 130 paseos disfrutando de la compañía y la naturaleza cercana. Esta misma semana, el 2 de mayo empezaremos el sexto ciclo a lo grande.

Hoy hemos escogido uno de los paseos cercanos que más nos gusta por las vistas que nos regala y por el entorno que nos acoge.

Disfrutar, además, de los conocimientos de Jose sobre el entorno y sus detalles es un regalo añadido.

Preciosa jornada.

Colegas emocionales

Escribe May Sarton en La casa junto al mar editado por Gallo Nero y traducido por Blanca Gago : «De todo lo que dijo que me gustaría recordar, me impresionó mucho la idea de que, a nuestra edad ―ella me lleva diez años-, lo que necesitamos, pero pocas veces encontramos, son «colegas emocionales».

Disfruto de la suerte de tenerlas y tenerlos, de poder juntarnos en torno a una mesa, conversar tranquilos de la vida, emocionarnos, respetarnos, sentirnos cercanos y acogidos. Ayer miércoles, disfrutamos de las ensaladas que M. preparó, de la espectacular sopa de pescado que P. prepara, de los quesos de La queseria  , los bollos de mantequilla de Zuricalday y, sobre todo, de la compañía y las emociones compartidas.

Todos deseamos especialmente que hoy a la tarde a P. le vaya todo bien.

Ah! y ese maravilloso amigo que personaliza los regalos de libros que nos hace llegar a cada uno.

Son momentos y personas maravillosos.

Miradas de Mayo 2022

Cada mes, cada día es un mundo, una experiencia nueva. Este mayo y su final ha sido muy especial.

Que para nuestro desarrollo resulte tan útil perder el camino, o ir por uno desconocido ‒aunque no todos lo aprecien‒, depende de un dato de hecho universal: la evolución de la vida se basa en las desviaciones. La naturaleza misma usa el error para generar la maravillosa variedad de seres vivos y la biodiversidad. En nuestro planeta no habría más que bacterias primordiales, o quizá ni siquiera estas, si un cierto número de procesos de duplicación del ADN de las células no «perdiese el camino» con errores de replicación o pérdida de una parte de la herencia genética, llevándose a cabo una mutación. Por lo que sabemos, las mutaciones son casuales y, de hecho, porcentualmente, casi ninguna da vida a organismos adaptados a la supervivencia. Sin embargo, algunas, entre millones de mutaciones que se suceden durante millones de años, tienen éxito y producen nuevas estructuras genéticas, aclimatadas a condiciones ambientales específicas. Así son las de todos los seres vivos, que no dejan de sorprender por su capacidad de adaptación a los hábitats más variados, por la complejidad de sus comportamientos, por el refinamiento de su sensibilidad, incluidas la capacidad de consciencia y de solidaridad recíproca. (Franco Michieli; La vocación de perderse; Siruela, pag. 44-45)

Miradas de Abril 2022

Para que nos alcance algo que nos falta tenemos que liberarnos de algo que nos sobra y que llevamos por costumbre con nosotros. No se trata solo de bienes personales, sino más bien de objetos, servicios e ilusiones que en nuestro ambiente casi todos poseemos. Quien renuncia a cosas consideradas indispensables en la sociedad en que vive tiene más posibilidades de vislumbrar lo que de verdad es esencial, o que a veces nos puede salvar. Llevar consigo una diferencia, una anomalía, un algo menos ‒lo que puede querer decir que uno se siente un poco perdido‒ significa a menudo encontrar una clave de lectura útil que la presunta normalidad no nos deja ver. (Franco Michieli; La vocación de perderse; Siruela, pag. 100)

Miradas de Bilbo-Bilbao y sus alrededores y escapadas a Gasteiz y Zumaia. Marzo 2022

Toda la paz que conozco proviene de la naturaleza, de sentirme parte de ella, incluso en los aspectos más nimios. (May Sarton; Diario de una soledad; Gallo Nero, pag. 17)

Miradas de Bilbo-Bilbao y sus alrededores. Febrero 2022

… ¡No lo olvide! La esencia de la imagen es el contraste. Sin contraste, el ojo se vuelve ciego. No puede percibir. (Albert Figueras; Pequeñas grandes cosas; Plataforma, pag. 109)

Vida y alimentos

El jueves disfruté y disfrutamos de un gozoso encuentro en torno a una mesa.

La mesa puede ser, así ocurrió en esta ocasión, un buen lugar para comer, conversar, cuidarse, el cariño, la confidencia, cantar, cavilar, cuestionar, la crítica necesaria, el compartir, comunicar…

La mesa y la comida son, quizás, la excusa necesaria. El anfitrión y el cocinero, los mimbres humanos imprescindibles.

El del jueves será un momento y día difícil de olvidar.

Me ha gustado para acompañar y hacer memoria de ese día y buen rato este texto de Minna Salami:

Según la tradición yoruba, si a una persona recién nacida le das en la ceremonia de su bautizo una pizca de los siguientes siete alimentos, le irá bastante bien en la vida: agua (omi), porque todo lo que es eterno en la vida necesita del agua para sobrevivir; aceite de palma (epo), que con sus propiedades lubricantes facilita un tránsito tranquilo por la vida; nuez de cola (obi), que al principio es amarga, pero se va endulzando al masticarla, como recordatorio de que algunas de las cosas más dulces de la vida son amargas al principio; miel (oyin), para tener una vida balsámica y «dorada»; pimienta (ata), para garantizar la dosis justa de dureza; sal (iyo), para tener una experiencia deliciosamente exquisita; y, por último, pescado seco (eja), como recordatorio de que, al igual que los peces, debemos seguir nadando sin importar lo revueltas que estén las aguas. (Minna Salami; El otro lado de la montaña; Temas de hoy, pag. 134)