Los números. Martín Caparrós

Los números sirven para saber lo que ya sabemos: para convencernos de lo obvio. Los respetamos, creemos que dicen la verdad. Los números son el último refugio de la verosimilitud contemporánea. Y son, también, el mejor modo de enfriar las realidades: de volverlas abstractas. (Martín Caparrós; El Hambre; Anagrama, pag. 138)

Conciencia. Martín Caparrós

La buena conciencia se compra por unos dólares o euros: moneditas. Pero se vende cantidad. La mala conciencia es la base de grandes negocios en los países ricos. Como dice el esloveno Zizek: en los comercios más contemporáneos, más coolificados, el propio acto egoísta de consumir ya incluye en su precio su opuesto, la satisfacción de la necesidad de sentirse generoso, de sentir que uno está haciendo algo por la Madre Tierra o por los desharrapados de Somalia o por los niños hambrientos de Guatemala. (Martín Caparrós; El Hambre; Anagrama, pag. 510-511)

La degradación de las palabras. Martín Caparrós

Y, sobre todo: ¿cómo pelear contra la degradación de las palabras? Las palabras «millones-de-personas-pasan-hambre» deberían significar algo, causar algo, producir ciertas reacciones. Pero, en general, las palabras ya no hacen cosas. Algo pasaría, quizá, si pudiéramos devolverles sentido a las palabras. (Martín Caparrós; El Hambre, Anagrama, pag. 13)