Saber lo importante. Vergílio Ferreira

Lo importante no se sabe en el momento de saberlo, querida. Permanece en nosotros, necesita mucho tiempo para que nos dé la vuelta a la sangre y al ruido ensordecedor que no nos deja oir. Y sólo entonces, al fin, acabamos por saberlo. (Vergílio Ferreira; En nombre de la tierra, Acantilado, pag. 45-46)

La escucha. Erri de Luca

La escucha de quien deja narrar, sin interrumpir para dar su opinión, la escucha de quien no tiene que bajarse en la siguiente estación e incluso sigue más allá de su destino para llegar al fondo de la historia: esa escucha permite a la otra persona encontrar las palabras que ha de decir. Porque son sus propias palabras las que le permiten entenderlo: su elección improvisada, el flujo de pensamientos que se ponen en fila para expresarse, el tono de voz que los transporta. (Erri de Luca; A tamaño natural. Historias extremas de padres e hijos; Seix Barral, pag. 125)

Las cosas no se nos ocurren. Alba Donati

Las cosas no se nos ocurren, las cosas se incuban, fermentan, ocupan nuestras fantasías mientras dormimos. Las cosas avanzan por su cuenta, recorren un camino paralelo en algún lugar de nuestro interior del que no tenemos ni el más remoto conocimiento y, en un momento determinado, llaman a la puerta: aquí estamos, somos tus ideas y queremos que nos escuches. (Alba Donati; La librería en la colina; Lumen, pag. 13-14)

Lentitud y actitudes. Pierre Sansot

He querido describir algunas actitudes que dejan espacio a esta lentitud y nos aseguran un alma invariable.

Vagar: tomarnos tiempo, dejarnos guiar por nuestros pasos, por un paisaje.

Escuchar: ponernos a disposición de otra palabra a la que concedemos crédito.

El aburrimiento: no el no querer nada, sino la aceptación y el gusto por lo que se repite hasta la insignificancia.

Soñar: instalar en nosotros una conciencia crepuscular pero alerta, sensible.

Esperar: con el fin de ampliar el horizonte de la forma más vasta y libre posible.

La provincia interior: la parte marchita de nuestro ser, una representación de lo anacrónico.

Escribir: para que poco a poco se abra paso en nosotros la verdad.

El vino: escuela de sabiduría.

Moderato cantabile: la medida más que la moderación. (Pierre Sansot; Del buen uso de la lentitud; Tusquets, pag. 13-14) 

El auténtico propósito del ocio. E.M. Forster

El auténtico propósito del ocio debería ser despertar a nuestra conciencia a las maravillas del universo en el que hemos nacido, comprenderlo un poco mejor, ayudarnos a desarrollar una voz capaz de hablar por ella misma, y adiestrarnos en el arte de escuchar a los otros cuando hablan. Si uno consigue estas metas se habrá convertido en una persona madura, en un ser humano; estará a salvo, podrá acudir todos los días a una fábrica y limpiar tantas impurezas de metal como sea necesario; estará protegido del embrutecimiento. (E.M. Forster; Algunos libros. Charlas radiofónicas en la BBC; Alpha Decay, pag. 284-285)

La historia de los senderos es nuestra historia. Torbjørn Ekelund

El sendero y el paisaje están unidos de manera irrevocable. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Nos comprendemos a nosotros mismos en la relación que guardamos con el paisaje en el que nacemos. Más que cualquier otra cosa, este constituye el marco de nuestra existencia. Cuando caminamos por un paisaje, hacemos algo que percibimos como profundamente significativo. Nos desplazamos como se supone que debemos hacerlo. El ritmo nos permite mirar a nuestro alrededor, absorber el mundo, contemplar cómo se transforma lentamente, escuchar sonidos, percibir olores, sentir el viento, el sol y la lluvia en el rostro y el suelo bajo nuestros pies, que se transforma a medida que caminamos.

Los caminos son los relatos de los caminantes. Tienen un principio, una mitad y un final. Apuntan hacia delante, hacia la meta del trayecto, pero también señalan hacia atrás, a todos los que los han recorrido antes que nosotros y a los que imprimieron sus primeras huellas. La historia de los senderos es nuestra historia. (Torbjørn Ekelund; Senderos. El deseo de viajar a pie; Volcano, pag. 21)

Escucharse. Barry Lopez

El esfuerzo humano de escucharse unos a otros es, para mí, una de las cualidades humanas más destacables, aunque, en comparación con los comentarios sobre los orígenes del arte en la cultura humana, por ejemplo, apenas se habla sobre la capacidad humana de escuchar a otra persona. Lo menciono porque, si crear y mantener redes sociales −un atributo particularmente llamativo de los humanos− son dos cosas necesarias para proteger a los individuos de las amenazas contra la salud de la especie, la capacidad de escucharse atentamente unos a otros se vuelve crucial. (Barry Lopez; Horizonte; Capitán Swing, pag. 349)

El detalle se percibe con el oído. Amador Fernández Savater

El detalle se percibe con el oído, lateralmente. Mientras que nuestra vista está capturada (por las pantallas, la coyuntura, la agenda de temas del día), el oído queda libre para escuchar detalles: una escena cotidiana, una conversación, un gesto, un rostro, etcétera.

La visión en el oído implica un desvío de la atención: no ver lo que se nos (im)pone de frente, sino captar los detalles que nos permitan repensar el mundo. (Amador Fernández Savater en ctxt  “Opinamos todo el rato para no tener que leer, para no tener que escuchar”; 04/09/2021)

Un librero es aquel que vela por la lectura del otro. Ricardo Ramírez

El librero existirá mientras la idea de texto, asociada a su materialidad o virtualidad, exista. Existirá mientras existan lectores. Y estos lectores dependerán (como la existencia de los libros, de su concepto, de los editores) del acercamiento del librero a sus necesidades de lector. Un librero es aquel que vela por la lectura del otro, más en estos tiempos indigentes. Un librero resguarda: cuida. Su labor está signada por saber escuchar al otro y comprender aquello que necesita. Un librero, quizá sea el último interlocutor que nos queda. (Ricardo Ramírez requena; Cuidar la lectura del otro: sobre el oficio de librero; en AA.VV.; Trama & texturas 39; Trama editorial, pag. 119)