Vivir solo. Jenny Erpenbeck

Él y solo él puede ya sentirse satisfecho cuando consigue o entiende algo. Y se siente satisfecho. Y su satisfacción ya no persigue ningún objetivo. Esa es la primera ventaja de vivir solo: toda vanidad se revela como un lastre. Y la segunda: ya no hay nadie que perturbe el orden. Con el pan seco puedes freírte picatostes para la ensalada, al sacar la bolsita de té de la tetera hay que rodearla con el hilo y presionarla fuerte una última vez, en invierno las rosas de tallo largo se doblan hacia abajo y se cubren de tierra, etcétera. La satisfacción que produce lo que está en su sitio, lo que no se extravía, lo que se utiliza conforme es debido hoy no desaparece, la satisfacción por los propios logros sin impedir los logros de otro es en realidad, o así lo ve Richard, la satisfacción por un orden que él no tiene que instaurar, sino simplemente encontrar, un orden que existe fuera de él y lo une a todo lo que rece, vuela o se desliza, un orden que lo distancia de algunas personas, pero eso le da igual. (Jenny Erpenbeck; Yo voy, tú vas, él va; Anagrama, pag. 25-26)

Incertidumbre. Jenny Erpenbeck

La pronunciación debe sonarles extraña, dice él, y los verbos irregulares…

No es eso. En la vida de esos hombres hay tantas incertidumbres que no les queda sitio en la cabeza para las palabras. No saben qué será de ellos. Tienen miedo. Cuesta aprender una lengua cuando no sabes para qué lo haces.

¿Cuánto hace de la última vez que estuvo con una mujer?

Lo que esos hombres necesitan para estar tranquilos es paz, dice la profesora. Nunca hasta ahora lo había visto así: lo que a él le parece paz, para esos hombres, mientras no se les permita llegar, sigue siendo la guerra. (Jenny Erpenbeck; Yo voy, tú vas, él va; Anagrama, pag. 93)

Forma ideal. Jenny Erpenbeck

Corta la cebolla para la ensalada, toda la vida ha cortado cebollas, pero hace poco ha descubierto en un libro de cocina cómo sujetarlas para que no resbalen. Para todo hay una forma ideal, tanto para las cosas profanas de la existencia como para el trabajo y el arte. En el fondo, piensa, nos pasamos la vida tratando de alcanzar esa forma. Y cuando al fin lo conseguimos en algunas cosas, nos llega la hora de dejar este mundo. Sea como sea, hace ya un tiempo que quería demostrar sus logros a los demás, pero ya no hay ningún demás. (Jenny Erpenbeck; Yo, voy, tú vas, él va; Anagrama; pag. 25)