Episodios de la vida. Carla Cerati

He aprendido a creer, quizá de modo supersticioso, que cualquier episodio de nuestra vida, hasta el más insignificante, contiene en sí una advertencia y sirve para prepararnos para acontecimientos futuros. (Carla Cerati; La mala hija; Muchnik editores 1993; 244)

La vergüenza del mundo. Primo Levi

Y hay otra vergüenza más grande aún, la vergüenza del mundo. Ha sido dicho memorablemente por Johm Donne, y citado innumerables veces, con oportunidad y sin ella, que «no hay hombre que sea una isla», y que la campana que tañe lo hace por todos. Y, sin embargo, hay quien ante la culpa ajena o la propia se vuelve de espaldas para no verla y no sentirse afectado: es lo que han hecho la mayoría de los alemanes durante los doce años hitlerianos, con la ilusión de que no ver fuese igual que no saber, y que no saber les aliviase de su cuota de complicidad o de connivencia. (Primo Levi; Los hundidos y los salvados; Muchnik Editores, pag. 79-80)

Patria. Primo Levi

«Patria»: no será inútil detenerse en la palabra. Se sitúa ostensiblemente fuera del lenguaje hablado; ningún italiano dirá nunca, si no es bromeando, «tomo el tren y vuelvo a mi patria». Es una acuñación reciente y no tiene un sentido unívoco; no tiene un equivalente exacto en otras lenguas diferentes del italiano; no aparece, que yo sepa, en ninguno de nuestros dialectos (y éste es un signo de su origen docto y de su abstracción intrínseca), ni en Italia ha tenido nunca el mismo significado. En realidad, según las épocas, ha indicado entidades geográficas de diferente extensión, desde el pueblo en que se ha nacido y (etimológicamente) donde han vivido nuestros padres, hasta, después del Risorgimiento, a toda la nación. En otros países equivale poco más o menos al hogar, o al sitio de nacimiento; en Francia (y a veces también entre nosotros) el término ha adquirido al mismo tiempo una connotación dramática, polémica y retórica: la Patrie es tal cuando es amenazada o desconocida.

Para quien se aleja el concepto de patria se vuelve doloroso y al mismo tiempo tiende a palidecer; ya Pascoli, habiéndose alejado (aunque no mucho) de su Romaña, «dulce, país», suspiraba «yo, para mí la patria es donde se vive». Para Lucía Mondella, la patria se identificaba visiblemente con las «cimas desiguales» de sus montes que surgen de las aguas del lago de Como. Por el contrario, en países y en tiempos muy agitados, como Estados Unidos y la Unión Soviética, de patria no se habla sino en términos político-burocráticos: ¿cuál es el hogar, cuál «la tierra de los padres» de esos ciudadanos en eterno traslado? Muchos de ellos no lo saben ni les preocupa. (Primo Levi; Los hundidos y los salvados; Muchnik Editores, pag, 151)

Comunicación. Primo Levi

Podemos y debemos comunicarnos: es una manera útil y fácil de contribuir a la paz ajena y a la propia, porque el silencio, la ausencia de señales, es a su vez una señal, pero ambigua, y la ambigüedad genera inquietud y sospechas. Negar la posibilidad de la comunicación es falso: siempre es posible. Rechazar la comunicación es un pecado; para la comunicación, y en especial para su forma altamente evolucionada y noble del lenguaje, estamos biológica y socialmente predispuestos. (Primo Levi; Los hundidos y los salvados; Muchnik Editores, pag. 84)

La memoria humana. Primo Levi

La memoria humana es un instrumento maravilloso, pero falaz. Es una verdad sabida, y no sólo por los psicólogos sino por cualquiera que haya dedicado una atención al comportamiento de los que lo rodean, o a su propio comportamiento. Los recuerdos que en nosotros yacen no están grabados sobre piedra; no sólo tienden a borrarse con los años sino que, con frecuencia, se modifican o incluso aumentan literalmente, incorporando facetas extrañas. Lo saben muy bien los magistrados: casi nunca ocurre que dos testigos presenciales de un hecho lo describan del mismo modo y con las mismas palabras, aunque el suceso sea reciente y ninguno de los dos tenga interés en deformarlo. Esta escasa fiabilidad de nuestros recuerdos se explicará de modo satisfactorio sólo cuando sepamos en qué lenguaje, con qué alfabeto están escritos, sobre qué materia, con qué pluma: hoy por hoy es una meta de la que estamos lejos. Se conocen algunos de los mecanismos que falsifican la memoria en determinadas condiciones: los traumas, y no sólo los cerebrales; la interferencia de otros recuerdos «concurrentes»; estados anormales de la conciencia; represiones, distanciamientos. Incluso en las condiciones más normales se opera una lenta degradación, una ofuscación de los contornos, un olvido que podemos llamar fisiológico y al cual pocos recuerdos resisten. Es probable que podamos reconocer aquí una de las grandes fuerzas de la naturaleza, la misma que convierte el orden en desorden, la juventud en vejez, la que apaga la vida con la muerte. Es verdad que el ejercicio (en este caso, la evolución frecuente) conserva los recuerdos frescos y vivos, del mismo modo que se conserva eficaz un músculo que se ejercita con frecuencia; pero es verdad también que un recuerdo evocado con demasiada frecuencia y específicamente en forma de narración, tiende a fijarse en un estereotipo, en una forma ensayada de la experiencia, cristalizada, perfeccionada, adornada, que se instala en el lugar del recuerdo crudo y se alimenta a sus expensas. (Primo Levi; Los hundidos y los salvados; Muchnik Editores, pag. 21-22)

El universo moral. Primo Levi

Es bien sabido que nadie nace con un decálogo en el cuerpo, y que cada uno se hace el suyo andando y con hechos consumados, según el patrón de sus experiencias, o de la ajenas asimilables a las propias; por lo cual, el universo moral de cada uno, interpretado rectamente, viene a identificarse con la suma de sus experiencias precedentes y representa, por consiguiente, una forma compendiada de su biografía. (Primo Levi; La tregua; Muchnik editores, pag. 51)

Hay que desconfiar de los juicios a posteriori. Primo Levi

Hay que desconfiar de los juicios a posteriori y de los estereotipos. En términos generales, hay que sospechar del error que consiste en juzgar épocas y lugares ajenos con la medida prevaleciente en el hoy y el ahora: un error tanto más difícil de evitar cuanto mayor sea la distancia en el espacio y en el tiempo. (Primo Levi; Los hundidos y los salvados; Muchnik Editores, pag. 153)

Olvido. Primo Levi

Cuando decimos “no lo olvidaré nunca”, refiriéndonos a cualquier acontecimiento que nos ha herido profundamente, pero que no ha dejado en nosotros o en nuestro alrededor ninguna huella material ni ninguna ausencia permanente, hablamos con atolondramiento. También en la vida “civil” olvidamos con facilidad los detalles de una enfermedad grave que hemos logrado vencer o de una operación quirúrgica que ha salido bien. (Primo Levi; Los hundidos y los salvados; Muchnik editores, pag. 30)