Conversación. Wetenhall Wilkes

El máximo placer del que podemos gozar en la Tierra es la libertad de conversación con un amigo del alma […]. Cuando dos se han elegido el uno al otro de entre todos los demás con el propósito del consuelo y el regocijo mutuos […] todas las satisfacciones de uno se deberán duplicar, pues el otro también participa de ellas. (Wetenhall Wilkes en 1740 en Jeremy Rifkin; La civilización empática; Paidós, pag. 275)

Lectura y consciencia. Pedro C. Cerrillo

Confundimos información con conocimiento, terrorismo con política, juego con habilidad manual, valor con dinero, respeto mutuo con tolerancia altiva, equilibrio social con comodidad personal; creemos que estar contentos es estar felices […] Pero el auténtico placer, el que nos alimenta y nos anima tiende a tomar conciencia de que somos humanos, que existimos como pequeños signos de interrogación en el vasto texto del mundo. Quienes tenemos la fortuna de ser lectores sabemos que es así, puesto que la lectura es una de las formas más alegres, más generosas, más eficaces de ser conscientes. (Pedro C. Cerrillo; El lector literario; FCE, pag. 202)

Vacaciones. Ivan Jablonka

Nuestro estilo de vacaciones era aristocrático porque valoraba la libertad, el placer, el descubrimiento, la huida de lo cotidiano, pero también era rotundamente democrático: barato, no consumista, no vistoso, no trasnochador, no complicado, algo accesible, próximo, simple, casi rudimentario, una locomoción terrestre, un contacto directo con la gente, paradas siempre respetuosas con la naturaleza, con las costumbres y productos locales, acampada fuera de los circuitos siempre que fuera posible, agua de la fuente de la plaza del pueblo, ensalada de huevo y tabulé al mediodía, parrillada con fuego de leña por la noche y, en los mercados, higos chumbos preparados por el vendedor, granizado de limón, buñuelos fritos, costillas de cordero compradas en puestos callejeros (a riesgo de que nos sentaran mal). En una palabra, un deambular a escala europea. Su propio amo, pero no en su propia casa. (Ivan Jablonka; En camping-car; Anagrama, pag. 122)

Pasear. Menchu Gutiérrez

Pasear es un placer y, también, una suerte de disciplina de la esperanza; porque el verdadero paseante es aquel que se mantiene en un estado de máxima alerta, siempre atento a los regalos que el camino pueda ofrecer. (Menchu Gutiérrez en Robert Walser; El paseo; Siruela, pag. 10)

Simulación y realidad. Sherry Turkle

Si a uno no le importa la diferencia entre la simulación y la realidad, dejemos que la máquina ocupe el lugar de una persona. Este es el pragmatismo del momento robótico… Por mucho que estén programadas para fingir, las máquinas que nos hablan como si les importásemos no conocen el arco de una vida humana. Cuando hablamos con ellas sobre nuestros problemas humanos de amor y de pérdida, o sobre el placer que nos proporciona tomar sopa de tomate o bailar descalzos un día de lluvia, solo nos pueden devolver representaciones de empatía y conexión. (Sherry Turkle; En defensa de la conversación; Ático de los libros, pag. 384-385)

Camine… Shane O’Mara

Camine sin la expectativa de hallar una solución; antes bien, camine por el propio disfrute de andar y por el placer de pensar en el problema.

Cabe extraer aquí una importante lección: las personas a quienes se encarga la tarea de resolver complejos problemas políticos, organizativos y de otra índole no deberían encerrarse en salas de reuniones; deberían salir y echar a andar para encaminarse hacia mejores soluciones, y hacia un mundo mejor. (Shane O’Mara; Elogio del caminar; Anagrama, pag. 192)

Vivir bien. Gretel Ehrlich

Vivir bien aquí siempre ha consistido en el arte de combinar lo emocional y lo material. Tradicionalmente al menos, el modo de vida de los ranchos siempre se ha opuesto al materialismo y se ha sustentado en los pequeños logros de la unión del hombre y los animales, así como en los pequeños placeres como escuchar la radio por la noche y distinguir las constelaciones. La fortaleza que estaba aprendiendo no era una sufrida tenacidad o un heroísmo tontorrón, sino el arte de reconciliarse. Pensé: ser fuerte es ser frágil; la ternura está en ser íntegramente recio. (Gretel Ehrlich; El consuelo de los espacios abiertos; Volcano, pag. 65)

Soledad. Rebecca Solnit

Hay un estado sutil que la mayoría de los caminantes urbanos entregados conocen, una suerte de disfrute en soledad, una soledad oscura, interrumpida de vez en cuando por encuentros, como la uniformidad del cielo nocturno está interrumpida por estrellas. En el campo, la soledad de uno es geográfica: uno se encuentra, de hecho, fuera de la sociedad, por lo que la soledad tiene una razonable explicación geográfica, y también se siente una comunicación con lo no humano. En la ciudad, se está solo porque el mundo está hecho de extraños y ser uno extraño rodeado de extraños, caminar silenciosamente guardando los propios secretos e imaginando los secretos de las gentes que pasan de largo es uno de los lujos más austeros. Esta identidad inexplorada cargada de ilimitadas posibilidades es una de las características distintivas del vivir urbano, un estado liberador para quienes deciden emanciparse de las expectativas de la familia y la comunidad, experimentar las subculturas y la identidad. Se trata de un estado de observación, distante, retirado, con los sentidos agudizados, un estado apropiado para quien necesite reflexionar o crear. En pequeñas dosis, la melancolía, la alienación y la introspección se cuentan entre los placeres más refinados de la vida. (Rebecca Solnit; Wanderlust. Una historia del caminar; Capitán Swing, pag. 276-277)

Búsqueda. Nina Lykke

Cada día que pasa tengo menos claro que tengamos un impulso innato de perseguir la felicidad y la alegría y el placer. Sospecho que lo que buscamos es algo completamente distinto y que no tiene por qué ser especialmente agradable. Incluso puede acarrearnos más sufrimiento que alegría. Y por qué no iba a ser así. Estamos preparados para una vida que consiste en dar caza a los animales que están por debajo de nosotros en la cadena trófica y huir de los que están por encima, y tal vez tengamos la necesidad innata de buscar fricciones, contradicciones, dificultades. Algo que echar en falta, algo que anhelar, algo que desear. Algo sobre lo que cerrar las fauces para después apretar con todas nuestras fuerzas. (Nina Lykke; Estado del malestar; Gatopardo ediciones, pag. 155-156)

La poesía. Mary Oliver

La poesía es fruto de nuestra historia, y nuestra historia es inseparable del mundo natural. Ahora bien, qué duda cabe que en las colmenas y mazmorras de las ciudades la poesía no puede reconfortar, carece de peso, pues el pacto entre el mundo natural y el de los individuos se ha roto. Ya no se cosecha: sólo se caza, persiguiendo el beneficio. Las vidas no son ya ejercicios de placer y valor, sino tan solo un medio para amasar bienes mundanos. Para que la poesía sea relevante para este tipo de personas, ellas mismas deben dar el primer paso… alejarse de esas vidas egoístas y ancladas a lo material, acercarse a los árboles y a la cascada. No es culpa de la poesía si su público es tan pequeño, si tiene tan poco eco en un mundo aterrado y ávido de dinero. La poesía, a fin de cuentas, no es un milagro. Es un intento de expresar (ritualizar) los momentos individuales y las consecuencias trascendentales de esos momentos con una música útil para todos. Es la melodía de nuestra especie. (Mary Oliver; La escritura indómita; errata naturae, pag. 106)