Defender la posibilidad. Manuel Rivas

DEFIENDO LA POSIBILIDAD. El primer paso es decir: «Es posible». Liberar el lenguaje del conformismo. Frente al fatalismo desmovilizador que coloniza el lenguaje con pedradas tipo: «¡Es ley de vida!», «¡Son todos lo mismo!», y ese atroz «¡No lo verán tus ojos!». Esa monserga apodíptica que, al final, justifica lo inaceptable, como la consigna «¡Dios lo quiere!» de las cruzadas. Cada avance en derechos, en libertades, en la lucha contra el abuso, el privilegio y la arbitrariedad, en la «decencia común», va precedido de esa apertura mental: «¿Es posible?». Y el simple hecho de preguntárselo es una afirmación de la posibilidad. (Manuel Rivas; Zona a defender; Alfaguara, pag. 20)

Ser posibilidad permanente. Sándor Márai

Los existencialistas piensan que el hombre no es como ha nacido, sino como se hace. En lo que se convierte. Yo, sin verlo muy claro ni enunciarlo con palabras, pensé que el hombre no era como había nacido, ni como se hacía, ni en lo que se convertía, sino que sencillamente era, por encima de todo, una posibilidad permanente. (Sándor Márai; ¡Tierra, tierra!; Salamandra, pag. 427)

Importancia. Byung-Chul Han

Cuando ya no es posible determinar qué tiene importancia, todo pierde importancia. El exceso de posibilidades de conexión equivalentes, es decir, de potenciales direcciones, pocas veces conduce a las cosas a una conclusión. El concluir presupone un tiempo articulado, orgánico. Pero en un proceso abierto e infinito nada llega a su fin. La inconclusión se convierte en estado permanente. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 45-46)