El ritmo de los sentimientos. Theodor Kallifatides

También los sentimientos tienen su ritmo. El amor es aceleración. Como si corrieras los cien metros. Cuando rompes la cinta puedes estar tranquilo.

La soledad es un maratón. Avanza lenta, no se apresura, cada paso cuesta más de dar y cuando llegas a la meta no es el final sino el principio.

Entonces aprendes a caminar pegado a las paredes, a evitar a los otros, a hablar solo, a no mirarte al espejo, a dormir sin soñar y a despertar sin esperanza. (Theodor Kallifatides; Un nuevo país al otro lado de mi ventana; Galaxia Gutenberg 2023; 87-88)

Camino, luego existo. Robert Macfarlane

La mejor forma de desacoplar la mente es caminar: «Tras varias horas de caminata constante, con el ritmo largo del movimiento mantenido hasta que éste se hace sensación, y no sólo conocimiento, para el cerebro, como “centro inmóvil” del ser, la carne se vuelve transparente». «En la montaña −dice en las frases finales del libro−, durante una hora estoy más allá del deseo. No es el éxtasis. No existo fuera de mí misma», sino en mí misma. Existo. Conocer el ser es la gracia final que se otorga desde la montaña». He aquí la versión modificada por Sheperd del cogito de Descartes. Camino luego existo. El ritmo de quien camina, el del pie que se asienta y se levanta. (Robert Macfarlane en Nan Shepherd; La montaña viva; errata naturae, pag. 38)

La historia de los senderos es nuestra historia. Torbjørn Ekelund

El sendero y el paisaje están unidos de manera irrevocable. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Nos comprendemos a nosotros mismos en la relación que guardamos con el paisaje en el que nacemos. Más que cualquier otra cosa, este constituye el marco de nuestra existencia. Cuando caminamos por un paisaje, hacemos algo que percibimos como profundamente significativo. Nos desplazamos como se supone que debemos hacerlo. El ritmo nos permite mirar a nuestro alrededor, absorber el mundo, contemplar cómo se transforma lentamente, escuchar sonidos, percibir olores, sentir el viento, el sol y la lluvia en el rostro y el suelo bajo nuestros pies, que se transforma a medida que caminamos.

Los caminos son los relatos de los caminantes. Tienen un principio, una mitad y un final. Apuntan hacia delante, hacia la meta del trayecto, pero también señalan hacia atrás, a todos los que los han recorrido antes que nosotros y a los que imprimieron sus primeras huellas. La historia de los senderos es nuestra historia. (Torbjørn Ekelund; Senderos. El deseo de viajar a pie; Volcano, pag. 21)

Ritmo sostenido. Erri de Luca

Cuando subo a ritmo sostenido, se produce una especie de meditación del cuerpo, mientras que la cabeza se distrae entre pensamientos ligeros y otros solemnes, fantasías, estrofas de canciones, diálogos a distancia. Es una andadura intensa y me molesta interrumpirla para adelantar a alguien, saludar. Cuando subo no hago pausas. Si he de bajar el ritmo, aminoro el paso, pero no me detengo. (Erri de Luca; Imposible; Seix Barral, pag. 11)

Hoy he disfrutado de una mañana primaveral. Desde casa he pasado por las campas del Pagasarri

Biderdi

Ganekogorta

Arrabatxu

para bajar después a La Quadra

Pasado el Pagasarri sólo me he encontrado a dos personas subiendo al Ganeko. Esa sensación de soledad y de ser ‘dueño’ del entorno por el que voy caminando me agrada y la disfruto, mientras mi cabeza y mi cuerpo funcionan tal y como describe Erri de Luca