Flysch de Zumaia

Nadie habita ya un «islote de naturaleza virgen», ni siquiera quienes viven en el corazón de un parque nacional. Nos atraviesa siempre un sinfín de flujos energéticos, de sistemas económicos y de infraestructuras de comunicación de los que no podríamos asegurar, sin mentirnos, dónde empiezan y dónde terminan. (Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 148)

Ayer, los paseantes de los martes nos desplazamos a Zumaia para conocer y disfrutar de una visita al flysch perteneciente al Geoparke y que organizan desde la Oficina de Turismo de Zumaia .


Va por delante el agradecimiento a Violeta que nos ha guiado y nos ha hecho disfrutar de la visita y entender un poquito más a ese libro de piedra que despliega ante nosotros la vida de 60 millones de años.


Penita que M. J. no nos haya podido acompañar a última hora. La vida a veces es caprichosa.


El tiempo nos ha respetado y nos ha permitido además desplegar nuestras viandas en la agradable zona de mesas del barrio de Elgorriaga.


Un día redondo.

El mapa. Bertrand Westphal

El mapa es el instrumento de una domesticación del territorio del Otro, quien a su vez sufre un extrañamiento sutil, pero inexorable. (Bertrand  Westphal en Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 37)

Cartografía y colonización. Jean-Baptiste Vidalou

La cartografía, desde su origen imperial se concibió como una herramienta de colonización, un mecanismo de escritura del relato de una conquista en el que el civilizado se apropia de territorios de los que se dice que están «vacíos» pero de los que se trata siempre, en realidad, de «vaciar», pues están habitados. El otro individuo y el otro lugar no existen más que para ser denigrados, domesticados, borrados. A través de esta cartografía de colonización, como bien dice Bertrand  Westphal, el autóctono queda «representado bajo una luz caricaturesca: la alegoría antropológica parecía consagrada a un reto político inmediato, a saber, debilitar al objeto, minimizar su diámetro. El Otro se disolvía en el bestiario que el cartógrafo atribuía a los lugares, se reproducía de manera fantasiosa […]. Antes de la conquista, el entorno del habitante de esos lugares aún era amorfo. Corresponde al colonizador, figura casi divina, dar forma al espacio». (Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 39-40)

Costumbre. Jean-Baptiste Vidalou

Cabe recordar que el término «costumbre» se refiere no sólo al «hábito», a una «tradición» inmemorial y no escrita que se convierte en ley, sino también, y sobre todo, a una «comunidad de pertenencia» compuesta de «comunes» (commoners en Inglaterra). Costumbre significa, ante todo, comunidad de solidaridades. (Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 119)

El poder. Jean-Baptiste Vidalou

Se trata de localizar el poder: ¿por dónde pasa, cómo circula, quién hace qué? Como bien dice el Comité invisible, el poder actual no se define por sus instituciones políticas, sino por sus infraestructuras. Es arquitectónico más que representativo. Dispone los espacios, administra las cosas, gobierna a las personas. Ante ese poder tan material, volverse contra los símbolos representativos ha dejado de tener consecuencias. Hay que fijarse en la ingeniería, en la ordenación territorial, en el diseño de redes de todo tipo de comunicación para comprender a qué nos enfrentamos. (Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 22)

Límite. Jean-Baptiste Vidalou

«Límite», en este caso, no significa allí donde algo se cierra sobre sí mismo, sino, al contrario, allí donde comienza a existir. El límite no es administrativo ni identitario, sino espeso. Los bordes sobrepasan siempre las identidades que supuestamente han de separar. Albergan, pues, otra percepción del mundo. Desde el espacio del bosque, desde su asilvestramiento, el ser humano se ve afectado por algo que está más allá de lo humano, el individuo se ve atravesado por algo ajeno a sí mismo. Quizá un destino animal o hechicero, por medio del cual no regresa a un «origen» cualquiera, sino que se ve atravesado por una memoria colectiva, con sus usos, sus vínculos, su magia. (Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 206-207)

Preguntas. Jean-Baptiste Vidalou

He aquí la delicada pregunta que ha de plantearse quien sienta que el mundo importa. La que tiene que ver con nuestros apegos, con aquello que queremos defender. Aquí hemos tomado el bosque como punto de partida porque eso es lo que vivimos nosotros, de manera personal y concreta, pero cada cual, cada grupo debe partir de su propia situación singular. Sólo desde esas situaciones singulares pueden vivirse de forma común las relaciones. Y no desde una posición política a priori, prestablecida desde siempre. Ha llegado el momento de dejar de responder a la guerra en curso mediante la constitución de una legitimidad universal y empezar a hacerlo mediante otro plano de percepción. ¿Cómo habitar un mundo? ¿Cómo cuidarlo? ¿Cómo conservar el apego a los lugares y, al mismo tiempo, propagarse más allá? ¿Cómo tener eco en otros sitios? Estas preguntas son tan urgentes como fundamentales. (Jean-Baptiste Vidalou; Ser bosques. Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha; errata naturae, pag. 262)