La cuantificación de la experiencia humana. Evgeny Morozov

¿Terminaremos comiendo una pasta líquida que satisface todas las necesidades nutricionales pero carece de la textura, la belleza y el aroma de un plato bien preparado?… Tal vez en esto tenía que terminar la estética, con un puñado de entusiastas devotos del yo cuantificado que comparan datos para saber si son los desnudos de Picasso o los de Degas los que generan erecciones más prolongadas. La experiencia humana pasada por el tamiz de la cuantificación, queda reducida a un torrente de silenciosos y agobiantes bytes, un comentario digital permanente en nuestra interminable búsqueda de la composición genética perfecta, una calificación crediticia perfecta, una pareja perfecta para nosotros. Al igual que algunos banqueros inteligentes sucumben a la tentación funcionalista y compran miles de libros que jamás leerán para que su casa parezca “literaria” -¿pero qué tiene de “literaria” una casa en la que nunca se lee?-, nosotros haremos que se nos vea saludables o incluso artísticamente curiosos mediante alguna combinación de soluciones tecnológicas que poco atienden a los ideales de salud o el arte que pretendemos cultivar. (Evgeny Morozov; La locura del solucionismo tecnológico; Katz, pag. 286)