Decisiones, elecciones. May Sarton

Hoy en día cada vez hay más seres humanos atrapados en unas vidas que apenas les permiten tomar decisiones que sean fruto de una reflexión y apenas existen elecciones de verdad. (May Sarton; Diario de una soledad; Gallo Nero, pag. 39-40)

Emociones. Eduardo Punset

Conviene (…) echar por la borda todo el pensamiento aristotélico que ha plagado la cultura occidental insistiendo en la irracionalidad y perversidad de las emociones. Las secuelas de este cambio en la vida cotidiana de la gente son innumerables.

Resulta tan contraproducente no saber controlar las propias emociones como no tenerlas. Es sabio desconfiar de cualquier proyecto que no parta de una emoción. Por mucho que se manifieste lo contrario, no existe una decisión final sobre cualquier asunto que no esté teñida por una emoción. (Eduardo Punset; El viaje a la felicidad. Las nuevas claves científicas; Destino, pag. 182)

Amistad. Delphine de Vigan

Raros son los amigos de los que podemos decirnos que han cambiado nuestra vida, con la extraña certeza de que sin ellos nuestra vida simplemente no habría sido la misma, con la íntima convicción de que la incidencia de ese vínculo, su influencia, no se limita a unas cuantas cenas, fiestas o vacaciones, sino que ese vínculo ha irradiado, se ha proyectado mucho más allá, ha actuado sobre las decisiones más importantes que hemos tomado, ha modificado profundamente nuestra manera de ser y contribuido a afirmar nuestro modo de vida. (Delphine de Vigan; Basada en hechos reales; Anagrama 2023; 87)

Deconstrucción. Tamara Tenenbaum

La deconstrucción no proporciona un sistema de valores claros con el que ordenar lo que se debe y lo que no se debe hacer; no sirve para separar lo bueno de lo malo. Es una mirada siempre imperfecta, nunca totalizante, que no se decide por una determinada opción porque ésa sea la mejor de acuerdo con algún parámetro indudable, sino solamente porque siempre es urgente tomar decisiones. No podemos suspender el mundo hasta saber qué es lo que hay que hacer: hay que seguir viviendo y equivocándonos, y ver qué es lo que aparece tras esas decisiones fallidas. Estamos condenados a vivir en borrador, en proceso. (Tamara Tenenbaum; El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI; Seix Barral, pag. 250)

Errar. Luigi Amara

Errar

Errar como válvula de escape.

Sentir cómo el pensamiento

respira nuevamente.

Cómo se recompone y cobra vuelo

contagiado por la jovialidad de los pies.

Cómo se desmelena

y le crecen las barbas

de la deambulación dadaísta.

Triztan Tzara marchando

con Kropotkin.

Ya no más una botánica del asfalto.

La irreverente explotación

de lo banal.

La desfachatez del paseo

que no persigue nada.

El pulso interrumpido

sobre el gran mapa en blanco

de la pérdida de control.

Triunfo de la inestabilidad

sobre las decisiones

De la libre flotación

sobre el itinerario.

Dinamita

en la estructura del día.

La desorientación como camino.

Los pies toman por asalto

la cabeza

y la desoyen.

Los pies al fin

en el lugar de la cabeza. (Luigi Amara; A pie; Almadía, pag. 34-35)

Tomar decisiones. John Irving

La vida ya nos obliga a tomar en demasiadas ocasiones decisiones definitivas -continuó la señora Oastler-. Deberíamos tener la sensatez de evitar tomar las que no sean estrictamente necesarias siempre que nos sea posible. (John Irving; Hasta que te encuentre; Tusquets, pag. 617)

Enfermedad y cuidados. Isabel de Naverán

Una de las zonas de batalla de su enfermedad, y creo que de cualquier enfermedad que requiera de cuidados de otros, es la pérdida de autonomía, la paulatina pérdida de la capacidad de decidir. En el caso de mi madre no era una incapacidad cognitiva, pues su mente era clara y podía razonar, distinguir y argumentar. Pero fue perdiendo la capacidad de coordinar sus movimientos a distintas escalas, desde los más grandes, como caminar, hasta los más pequeños, como el de las cuerdas vocales, que sirve para hacer sonar la voz y articular las palabras. Y, aunque pudo comunicarse hasta el final, su habla era lenta y ronca, y había que dedicar mucha atención y mucho tiempo y tener mucha paciencia para entender una sola frase de lo que, sin duda, se empeñaba en decir.

Con el tiempo fue delegando algunas decisiones como un peje a cambio del cuidado. Era algo que se producía a pequeña escala, en el hacer del día a día, con las cosas más rutinarias. Y a pesar de que constantemente le preguntábamos qué quieres, cómo podemos hacer que te sientas mejor, qué te gustaría hacer hoy, comer hoy, cómo te gustaría vestirte hoy, estábamos cada vez más cansados y entrábamos en un mecanismo por el cual su modo habitual de estar en el mundo pasaba a ser un modo de hacer funcionar una máquina que nos implicaba a todas. (Isabel de Naverán; Ritual de duelo; Consonni, pag. 69)

Duda. Remedios Zafra

Todas las formas de la duda son formas que me interesan. Quien busca aprender algo del mundo debe ponerlo entre signos de interrogación. Más si cabe en estos tiempos en que los números privados de narrativa se ciernen como incuestionable respuesta. Las aplicaciones lo responden todo e incluso se adelantan a lo que usted va a preguntar, terminan su frase, le sugieren búsquedas, queda poco margen para pensar si acaso cabe otra posibilidad para esa predicción o esa estadística.

Cuando las máquinas tienen respuesta (y pregunta) para todo, suavemente el sujeto corre el riesgo de apagarse. ¿Para qué malgastar energía haciendo esfuerzos para recordar u opinar si ella tiene la contestación más avalada, la que todos tendrán, si responde y produce al mismo tiempo? La parálisis que genera es equiparable a la dependencia que propicia. Habituados a un mar de opciones propuestas por los buscadores-oráculo, se echa en falta entrenamiento para abordar las decisiones difíciles y los callejones sin salida de la vida cuando nos topamos con el muro. (Remedios Zafra; Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura; Anagrama, pag. 246)