Demora. Byung-Chul Han

La demora contemplativa presupone que las cosas duran. Es imposible demorarse con detenimiento ante una sucesión veloz de acontecimientos o imágenes. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 105)

Tiempo y aroma. Byung-Chul Han

Donde hay aroma hay recogimiento.

El aroma es lento. Por eso no se adecúa, ni desde una perspectiva medial, a la época de las prisas. Los aromas no se pueden suceder a la misma velocidad que las imágenes ópticas. A diferencia de estas, ni siquiera se dejan acelerar. Una sociedad regida por los aromas seguramente no desarrollaría ninguna propensión al cambio y la aceleración.

[…] La época de las prisas no tiene aroma. El aroma del tiempo es una manifestación de la duración. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 72)

Importancia. Byung-Chul Han

Cuando ya no es posible determinar qué tiene importancia, todo pierde importancia. El exceso de posibilidades de conexión equivalentes, es decir, de potenciales direcciones, pocas veces conduce a las cosas a una conclusión. El concluir presupone un tiempo articulado, orgánico. Pero en un proceso abierto e infinito nada llega a su fin. La inconclusión se convierte en estado permanente. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 45-46)

El momento oportuno. Byung-Chul Han

El tiempo justo o el momento oportuno solo surgen en el marco de una tensión temporal en un tiempo guiado. En cambio, en un tiempo atomizado, todos los momentos son iguales entre sí. No hay nada que distinga un momento del otro. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 16)

El aroma del tiempo. Byung-Chul Han

Tanto el tiempo mítico como el histórico poseen una tensión narrativa. El tiempo está compuesto por un encadenamiento particular de acontecimientos. La narración da aroma al tiempo. El tiempo de puntos, en cambio, es un tiempo sin aroma. El tiempo comienza a tener aroma cuando adquiere una duración, cuando cobra una tensión narrativa o una tensión profunda, cuando gana en profundidad y amplitud, en espacio. El tiempo pierde el aroma cuando se despoja de cualquier estructura de sentido, de profundidad, cuando se atomiza o se aplana, se enflaquece o se acorta. Si se desprende totalmente del anclaje que le hace de sostén y de guía, queda abandonado. En cuanto pierde su soporte se precipita. La aceleración de la que tanto se habla hoy en día no es un proceso primario que acaba comportando distintos cambios en el mundo de la vida, sino un síntoma, un proceso secundario, es decir, una consecuencia de un tiempo que se ha quedado sin sostén, atomizado, sin ningún tipo de gravitación que lo rija. El tiempo se precipita, se agolpa para equilibrar una falta de Ser esencial, aunque no lo consigue porque la aceleración por sí misma no proporciona ningún sostén. Solo hace que la falta de Ser resulte incluso más penetrante. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 38)

Dimensiones de la existencia. Byung-Chul Han

Las tres dimensiones de la existencia, traducidas temporalmente, son: pasado (consideración), presente (atención) y futuro (intención). (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 118)

Aburrimiento. Byung-Chul Han

La responsable del aburrimiento profundo es una vida regida completamente por la resolución a actuar. Es la otra cara de la actividad excesiva, de la vida activa, que carece de cualquier forma de contemplación. El aburrimiento profundo solo llegará a su final cuando la vida activa, en su crítico final, integre en sí la vida contemplativa y vuelva a ponerse a su servicio. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 122)

Belleza. Byung-Chul Han

Las metáforas son el aroma que desprenden las cosas cuando entablan amistad.

El «goce inmediato» no da lugar a lo bello, puesto que la belleza de una cosa se manifiesta «mucho después», a la luz de otra, por la significatividad de una reminiscencia. Lo bello responde a la duración, a una síntesis contemplativa. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 75)

La verdad es un acontecimiento relacional. Byung-Chul Han

También la verdad es un acontecimiento relacional. Tiene lugar cuando las cosas se comunican entre ellas en virtud de una afinidad u otro tipo de cercanía, cuando están cara a cara y entablan relaciones, cuando traban amistad.

[…] Solo las relaciones de afinidad, amistad o familia hacen que las cosas sean verdaderas. La verdad es lo opuesto de la mera sucesión fortuita. Implica un vínculo, una relación y una proximidad. Solo las relaciones intensivas hacen que las cosas sean reales. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 73-74)

Vida y velocidad. Byung-Chul Han

La sensación de que el tiempo pasa mucho más rápido que antes tiene su origen en que la gente, hoy en día, ya no es capaz de demorarse, en que la experiencia de la duración es cada vez más insólita. Se considera, de manera equivocada, que el sentimiento de atolondramiento responde al miedo de «perderse algo»:

(H. Rosa) El miedo a perderse cosas (valiosas), y el consecuente deseo de intensificar el ritmo vital. […] son el resultado de un programa cultural desarrollado en la modernidad, que consiste a partir de la aceleración del «disfrute de las opciones del mundo», es decir, el aumento de las cuotas de vivencias, en hacer que la propia vida sea más plena y rica en vivencias e incluso de este modo alcanzar una «buena vida». La promesa cultural de la aceleración se fundamenta en esta idea, y tiene como consecuencia que los sujetos quieran vivir más rápido.

Pero en realidad nos encontramos ante el caso contrario. Quien intenta vivir con más rapidez, también acaba muriendo más rápido. La experiencia de la duración, y no el número de vivencias, hace que una vida sea plena. Una sucesión veloz de acontecimientos no da lugar a ninguna duración. la satisfacción y el sentido no se dejan fundamentar en un cuerpo teórico. Una vida a toda velocidad, sin perdurabilidad ni lentitud, marcada por vivencias fugaces, repentinas y pasajeras, por más alta que sea la «cuota de vivencias», seguirá siendo una vida corta. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 57-58)

Libertad. Byung-Chul Han

Ser libre no significa tan solo ser independiente o no tener compromisos. La ausencia de lazos y la falta de radicación no nos hacen libres, sino los vínculos y la integración. La carencia absoluta de relaciones genera miedo e inquietud. La raíz indogermánica fri, de la que derivan las formas libre, paz y amigo (frei, Friede, Freund) significa «amar» (lieben). Así pues, originariamente, «libre» significaba «perteneciente a los amigos o los amantes». Uno se siente libre en una relación de amor y amistad. El compromiso, y no la ausencia de este, es lo que hace libre. La libertad es una palabra relacional par excellance. La libertad no es posible sin un sostén. (Byung-Chul Han; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse; Herder, pag. 53)