Dejar que el trabajo ocupe la mayor parte de nuestras vidas es una locura. Hay demasiadas cosas importantes que requieren tiempo, como los amigos, la familia, las aficiones y el descanso. … Cuando el trabajo engulle tantas horas, el tiempo que queda para todo lo demás es mínimo. Incluso las cosas sencillas –llevar los niños a la escuela, cenar, charlar con los amigos- se convierten en una carrera contra reloj. Una manera infalible de lograr ir más despacio es trabajar menos. (Carl Honoré; Elogio de la lentitud, RBA, pag. 159)