Hábitos culturales. Enrique Gil Calvo

La adquisición de hábitos culturales suele entenderse en el marco de los procesos personales o intrapsíquicos de aprendizaje. Pero si adoptamos una perspectiva relacional, advertiremos que tales hábitos siempre son exógenos, pues sólo se adquieren en interacción próxima o distante con otros sujetos sociales. Así sucede en las relaciones de enseñanza educativa que se producen en los entornos familiares, en interacción con padres y hermanos, o en entornos escolares, en interacción con maestros y compañeros. Pero también ocurre lo mismo en las relaciones a distancia que se mantienen al interactuar con otros sujetos, como pueden ser los medios de comunicación, los internautas de la web o los autores mismos de los textos escritos.

Y si generalizamos este principio, llegaremos a la conclusión de que la adquisición de los hábitos culturales siempre se produce a través de las redes sociales en las que se participa, sean redes familiares, amistosas o comunicativas. (Enrique Gil Calvo; Lectura del hogar como criadero de lectores en Antonio Basanta; La lectura; Libros de la Catarata, pag. 69)

Las imágenes. Todd Gitlin

La aceleración más extendida y notoria de nuestro tiempo es la riada de imágenes, la velocidad a la que circulan por el mundo, la velocidad a la que dan paso a más de lo mismo, el ritmo al que se mueven. En las pantallas es donde la vida parece acelerarse más, aunque las imágenes vertiginosas nos inviten a mantener el cuerpo en estado de reposo. Las imágenes no se cansan, no se retrasan a causa de la gravedad o la inercia, no requieren ser trasportadas por maquinaria pesada. Por ello, donde mejor se cumple la promesa de velocidad, el sueño luminoso y atronador de los futuristas, es en los medios y su cultura del cambio constante.  (Todd Gitlin; Enfermos de información; Paidós, pag. 107-108)

Estereotipos. Ryszard Kapuściński

El estereotipo, justamente porque no es fruto de conocimientos sino de emociones, es muy peligroso. Nos imposibilita toda tentativa de llegar al otro, de comprender sus razones; por eso es un mal, muy extendido además. No paro de toparme con él, siendo como es mi trabajo intercultural, y percibo mi misión de escritor -si se me permite usar esta expresión- como un intento de vencer los estereotipos, de abrir un camino para poder acabar con ellos. Mucho me temo, sin embargo, que todo lo que nos rodea, en especial los medios de comunicación, actúa y avanza en dirección contraria: hace lo posible por fijarlos. (Ryszard Kapuściński; El mundo de hoy; Anagrama, pag. 54)

¿Qué fomentan los medios de comunicación? Todd Gitlin

Me adelantaré a una posible objeción: ¿a quién le importa que vivamos inmersos en un mar de imágenes y sonidos? ¿Qué hay de malo en ello? Puede que la diversión no sea más que diversión, pero ante las manifestaciones de violencia evitable, de enfermedad, desigualdad, opresión, contaminación y otras lacras universales, no es descabellado preocuparse por el coste público del torrente mediático, temer que nos aparte de las obligaciones cívicas, que nos induzca a la complacencia y a la anestesia, y actúe al servicio de los oligarcas. Al hilo de estas cuestiones, surgen otras afines: ¿son los medios autocorrectores? En los intersticios de los espectáculos, ¿fomentan los sentimientos constructivos, la compasión y los intentos útiles de remediar los problemas, o sólo generan públicos huidizos y nuevos estilos de sentimiento desechable? ¿Es sensato confiar en que los medios sirvan para la movilización popular, para impulsar movimientos sociales y corrientes de sentimiento capaces de crear una sociedad civil global? (Todd Gitlin; Enfermos de información; Paidós, pag. 147)

Globalización. Frédéric Beigbeder

Es difícil saber quiénes son los buenos y quiénes son los malos: cuando cambias de canal, cambian de bando. La televisión vuelve envidioso al mundo. Antes, los pobres, los colonizados y los oprimidos no veían la riqueza en pantalla todas las noches, en sus chabolas. No sabían que algunos países lo tenían todo mientras que ellos se deslomaban para nada. La Revolución había llegado mucho antes a Francia si los siervos hubieran tenido una pantallita para ver el lujo de los reyes y las reinas. Ahora, en todo el mundo, los países sucios se debaten entre la admiración y el rechazo, la fascinación y el asco que les producen los países limpios, cuyo modo de vida captan gracias a un decodificador satélite pirata y a un pasapurés que hace las veces de antena parabólica. Es un fenómeno reciente: lo llaman globalización, pero su verdadero nombre es televisión. La globalización es económica, audiovisual, cinematográfica y publicitaria, pero ni lo político ni lo social le siguen los pasos. (Frédéric Beigbeder; Windows on the World; Anagrama, pag. 122)